Patrones

Lodovico era el nombre personal, mientras que Luis IX era el nombre como rey de Francia. Nace en Poissy, cerca de París, el 25 abril 1214. Su madre, Blanca de Castilla, le da una formación completa, humanística y religiosa.

Lodovico llega a ser rey con la muerte de Luis VIII, el 8 noviembre 1226, y asume el nombre de Luis IX. Siendo menor, su madre Blanca ejerce la tutela y mantendrá siempre el título de “regina”. Seguirá un gobierno compartido.

El 27 mayo 1234 Luis se casa con Margarita de Provenza. De sus casamiento nacerán once hijos.

En su gobierno Lodovico tiene que enfretarse a notables dificultades diplomáticas y bélicas. En la política interior, él favorece el progreso social, las actividades artesanales, el negocio, la cultura, abre las escuelas para todos, desea garantizar la justicia, promover la religiosidad y la moralidad del pueblo.

Durante su reino, la Francia y la cristianidad occidental conocen una excepcional primavera del arte, de la literatura, de la filosofía y de la teología excolástica. Triunfa la Universidad de París. Aparecen grandes iglesias góticas con sus célebres vidrieras. Se presentan pujantes las Órdenes mendicantes, las Tercera Órdenes, los movimientos evangélicos.

Lodovico lleva relaciones privilegiadas con los franciscanos, les pide consejo, ruega con ellos, una vez ofrece el amuerzo al capítolo provincial y come con los frailes. Al tiempo de Lodovico se estiman en Francia 200 convientos franciscanos. En Vernon, donde hay un «palais royal», Lodovico funda un conviento para los Terciarios Regulares, donde él va a menudo para rogar y meditar. Allí funda también un hospital, que deja en manos de « los Hermanos y las hermanas de la penitencia», donde él mismo sirve a los pobres y a los enfermos (cf. J-M. De Vernon, Annales, p. 70). Una de las cuatros Provincias de la Tercera Orden Regular en Francia era titulada «Provincia S. Ludovici regis».

Luis IX organiza dos Cruzadas (en 1248-1254 y en 1270) con el propósito de convertir los musulmanos a Cristo y defender la Tierra Santa. Las Cruzadas no tienen éxito.

Él se hace construir en París la «Sainte-Chapelle», obra maestra de arte y de fe, para acoger las reliquias de la cruz de Cristo, adquiridas por él en 1239.

Lodovico ha sido un hombre de grande espiritualidad: oración, confesión todos los viernes, participación cotidiana a la misa, celebración de las Horas litúrgicas como los monjes, viglias orantes nocturnas, peregrinajes en pies descalzos, ayunos, astinencias y mortificación voluntarias. Durante los viernes de cuaresma lleva el cilicio.

Rechaza el lujo y las comodidades, él es moderado en el alimiento, austero en el vestuario. Ama los pobres y los sirve a la mesa. Tres pobres (13 durante la cuaresma) siempre comen a su mesa. Cada día 120/200 pobres se alimentan a su gastos. Construye hospicios, visita a los enfermos, todos los sábados, de rodillas, lava los pies a los pobres. Asiste personalmente a los leprosos.

Incentiva en el pueblo la religiosidad y el sentido moral, pretiende por los gobernantes regionales la justicia más rigurosa, promueve dondequiera acuerdos de paz. Educa a sus hijos según la palabra de Dios.

Lodovico comparte la espiritualidad franciscana, en particular vive y ejerce la penitencia y cumple las obras de misericordia, binomio que carateriza la Tercera Orden Franciscana. En algunas circumstancias lleva la cogulla gris franciscana con el cíngulo.

Justamente una larga tradición lo venera como terciario franciscano. Lo atestiguan muchas fuentes. El sigillum (timbre) de la Tercera Orden Regular y de muchas Fraternidades terciarias lleva la figura de San Lodovico, el rey penitente.

Lodovico muere en Cartagine el 25 agosto 1270 por tifus durante la Cruzada. Su despojos mortales son llevados a Palermo (donde reina su hermano Carlo de Angiò) y sucesivamente a París. Es canonizado por Bonifacio VIII el 11 agosto 1297. En su honor se erigieron numerosas igliesas.

Por antigua tradición Lodovico es venerado como patrón de la Tercera Orden Franciscana, junto a Santa Isabel de Hungría, ambos primicia de la santidad de los Penitentes franciscanos. Sus vida espiritual, intensa y peculiar, aparece de inmediado ejemplo luminoso con fuerza ispiradora y profética.

Isabel nace el 7 julio 1207 de Andrés II, rey de Hungría (†1235), y de Gertrudis, regina (†1213).

A la edad de cuatros años, la niña ha sido prometida por esposa al futuro Luis IV de Turingia y enviada al castillo de Wartburg, sede del principado de Turingia, para la iniciación a la vida de corte, bajo la guía de Sofia de Baviera y Langravia.

En mayo de 1221 Isabel (14 años) y Luis IV (21 años) se casan en la iglesia del castillo con una grande fiesta de bodas en toda la ciudad de Eisenach. Nacerán tres hijos: Ermano II, Sofia y Gertrudis, la cual llegará a ser monca premonstratense y será canonizada en 1348.

En 1225 Isabel conoce los misioneros franciscanos, siente hablar de Francisco da Asís, acoge con entusiasmo el ideal evangélico y llegua a ser Penitente franciscana.

Mientras tanto, el 24 junio 1227 Luis IV parte para la Cruzada. Morirà en Otranto, Puglia, el 11 de septiembre 1227, ¡dejando Isabel viuda a solo veinte años! Él nació en 1200.

Toma la regencia del principado de Turingia Enrique Raspe, hermano de Luis IV, en la espera de la mayor edad de Ermano II, hijo de Isabel. Ermano II sucederás en 1238, pero en 1241 morirá envenenado y retomará el poder Enrique Raspe como langravio de derecho.

Enrique Raspe no compartía el estilo de vida de Isabel, su cuñada, la cual alternaba arranque de ascesis y caridad heroica hacia los desheredados. Sencillez, pobreza, oración, mortificación voluntarias.

En el mes de deciembre del mismo año 1227, un poco luego de que se había quedado viuda, Isabel deja la corte de Wartburg y busca refugio en la subyacente ciudad de Eisenach. Estaban con ellas las fieles criadas Guda y Isentrudis, mientras que los tres hijos se habían quedados precariedadamente en las habitaciones de la corte, pero la alcanzarán pronto.

Durante el rígido invierno del 1227-1228 Isabel, con su dos criadas y su tres hijos, encuentran alocamiento en una vieja cuadra de derdos abandonada. Faltan vestidos y comidas. ¡La situación parece dramática!

Isabel acepta la precariedad con fe y perfecta alegría. Antes del amanecer se va a la iglesia de los Frailes menores, invitando los frailes a cantar con ella el himno de agradecimiento a Dios, feliz de participar a los sufrimientos de Cristo.

Isabel empieza una vida nueva, libre y frugal, escandida por la gloria del Señor. Madura un amor nupcial hacia la pobreza. Ama y sirve a los pobres, para los cuales (en 1228-1229) construye un hospital en Marburg, ustilizando los quinientos marcos recibidos como derecho de dote. Sirve y lava a los leprosos. Llama a la mesa pobres y vagabundos, canta con ellos y hace fiesta. En los desheredados Isabel divisa el rostro de Cristo. Las funte históricas refieren tantísimos episodios muy significativos.

El 24 marzo 1228, en la iglesia de los Frailes menores en Eisenach, puestos las manos sobre el altar en signo de ofrecimiento, Isabel renueva solemnemente su profesión religiosa, ya emisa de manera condicionada en la primavera de 1226, y recibe el hábito gris de los Penitientes: una túnica sencilla, ceñida por el cordón franciscano.

Llegua a ser una mujer “consagrada secular”, es decir sine entrar en un convento u monasterio. De tal manera Isabel, con su elección, es ispiradora de santidad evangélica también para los «Hermanos y hermanas de la Tercercera Orden Regular», que han elegido la componente mejor (cf. Lc 10,38-42). Una vida intensa, ya que ella «era deseosa de la más alta perfección cristiana» (Letra de Corrado,12).

El 17 noviembre 1231 Isabel muere muy joven, rica de méritos. Se divulgue masivamente la fama de su santidad. Será canonizada en Perugia (en Iglesia de Santo Domingo) el 27 mayo 1235. Su culto se difundirá en extraordinaria medida. Sorprenden la cantidad y la tipología de los miraglos atribuidos a su intercesión.

Como primera terciaria franciscana elevada a la santificación, Isabel es venerada como patrona de la Tercera Orden Franciscana, Seglar y Regular. Junto a ella, se considera también patrón San Luis rey.

Santa Isabel de Hungría y San Luis rey representan modelos de vida cristiana, de oración, de participación en el misterio de la cruz, de sensibilidad social y de muchos servicios de la caridad.