La Tercera Orden Regular de san Francisco, masculina y femenina, no ha surgido como una duplicidad de la Primera y la Segunda Orden Franciscanas, sino que tiene sus orígenes en el movimiento penitencial que se desarrolla como consecuencia de la predicación itinerante del «Penitente de Asís» y se justifica por un estilo específico que cubre varios aspectos:
- el origen espontáneo del movimiento y de las fraternidades debido a un deseo de mayor perfección cristiana, sin entrar en las estructuras monásticas tradicionales;
- la estrecha relación con el laicado cristiano, matriz eclesial y sociológica del movimiento;
- la importancia del concepto de “metanoia” o penitencia, entendida como un camino de liberación «de los vicios y pecados,» y, por tanto, como una conversión permanente a Dios, el bien supremo y que todo lo abarca, centro supremo de la atracción;
- la diferente manera de profesar la pobreza: no como idealismo asceta, sino en perspectiva funcional, es decir, para apoyar las obras de caridad;
- por lo general, los terciarios y terciarias de los orígenes vivían del fruto de su trabajo, sin recurrir a la mendicidad;
- la menor centralización organizativa y un gran espacio dejado a la iniciativa personal, animada por el Espíritu;
- el gran pluralismo expresado en una extraordinaria riqueza de matices existenciales de carisma y servicios de caridad.
Estas características, de índole histórico-ascético y carismático, a menudo no fueron apreciadas por muchos desde fuera y, en cualquier caso, no fueron compartidas por todos. Sabemos de la dura oposición y «formas encubiertas» utilizadas para obstaculizar la vitalidad de la Orden.
Diversos carismas – Gran Fraternidad