Francisco evangeliza
San Francisco de Asís y sus primeros compañeros, movidos por el Espíritu Divino a vivir el Evangelio en fraternidad, y siguiendo el ejemplo de Jesús y sus apóstoles, atraviesan los campos y ciudades de Italia anunciando el evangelio y exhortando al pueblo a vivir una vida cristiana cada vez más coherente con el mensaje de la salvación. Muchas personas fueron movidas por el testimonio de vida de San Francisco, el “Poverello”, y deseaban seguirle y seguir sus enseñanzas. Querían vivir como él vivía y ser más fieles a Cristo y a su palabra de vida, expresada en el evangelio.
Entusiasmo popular y los seguidores
Francisco aceptaba a todas las personas como dones de Dios. A los hombres que le siguieron les dio el nombre de “hermanos menores,” los Frailes Menores – o la Primera Orden. Estos abrazaban una vida de pobreza y de predicación itinerante. Clara de Asís y muchas jóvenes, que se conocían como “pobres damas,” las Clarisas – o la Segunda Orden, abrazaron gozosamente la vida contemplativa, encerradas en el claustro. Francisco también inspiró a gran número de hombres y mujeres que no entraron en el convento. Estos permanecían “en el mundo,” en sus casa y se esforzaban en vivir una vida centrada en el Evangelio en su estado secular. Este movimiento se transformó en la Orden Franciscana de Penitencia o la Tercera Orden de San Francisco.
Orígenes de la Tercera Orden
El movimiento que se transformaría en la Tercera Orden empieza en el otoño del 1211 y se extiende durante la primavera del 1212. Gozó de un prodigioso desarrollo, tanto geográfico como numérico, en las décadas siguientes. La “forma de vida” que Francisco ofrecía a sus seguidores estaba basada en principios Evangélicos y animaba a los hombres y mujeres de la Tercera Orden a seguir el camino de vida evangélico. Esto se puede ver claramente en dos documentos preciosos que él dedicó a los terciarios: la “Primera Carta a los fieles penitentes” (1215), la “Segunda Carta a los fieles penitentes” (1221). La aprobación Eclesiástica del movimiento fue obra del Cardenal Ugolino, Cardenal Protector de la Orden Franciscana y futuro Papa Gregorio IX, cuando presentó el “Memoriale Propositi,” la primera “regla” de la Tercera Orden en 1221. En 1289, el primer Papa franciscano, Papa Nicolás IV, quería apoyar y animar el crecimiento de la Tercera Orden de San Francisco conectándola más cercanamente con la espiritualidad de su fundador y con resto de la Familia Franciscana. Dio aprobación papal explícita a la Tercera Orden de Penitencia, que ya había sido recomendada por muchos papas, y presentó la nueva regla “Supra Montem,” en 1298, que ampliaba la naturaleza jurídica del “Memoriale Propositi.” Los penitentes Franciscanos que permanecieron en sus casa (casados o célibes) constituían la Tercera Orden Secular, que desde 1978 es conocida como Orden Franciscana Seglar (OFS).
San Francisco reviste al Beato Luquesio
como primer terciario según la leyenda
Hacia una Vida más Perfecta
No se puede olvidar el hecho de que, al mismo tiempo, se desarrollaba un nuevo fenómeno. Ya en tiempos de San Francisco y después de su muerte, algunos terciarios, hombres y mujeres, manifestaron el deseo de una mayor dedicación a la vida de perfección cristiana. Empezaron a vivir juntos en pequeñas comunidades para dedicarse a las obras de misericordia en sus ciudades y pueblos. Con el tiempo, muchos decidieron profesar los Consejos Evangélicos – los votos de castidad, pobreza y obediencia- bajo la autoridad de los Obispos locales. Algunos terciarios manifestaron su preferencia por la vida contemplativa, que llevaron a cabo viviendo en ermitas, o en una reclusión voluntaria, alejada de las distracciones del mundo. Sus corazones estaban enfocados totalmente en el misterio de Dios y de su amor por ellos y para Él. Muchos continuaron ayudando en los hospitales y en el cuidado de los enfermos y ancianos, mientras vivían en comunidad. Algunos daban cobijo a los peregrinos o a otros viajeros. Otros establecieron centros de acogida para mujeres sin hogar y escuelas para la educación de los jóvenes. También algunos de los frailes no tardaron en trabajar en las parroquias y en los ministerios de la enseñanza, predicación y catequesis. Algunos hasta escribieron tratados científicos y religiosos. Más tarde surgió el empeño del trabajo misionero, que se desarrolló con gran intensidad y que, aun hoy día, es un sello distintivo de la Orden. Las fraternidades de terciarios regulares, que se fundaron espontáneamente en toda Italia, aumentaron en número y difusión durante el siglo 14.
Aprobación
La devoción por la vida común en comunidad está demostrada a través de los siglos por numerosas congregaciones de monjes y monjas. Esto también sucede en la Tercera Orden. A finales del siglo 13 los terciarios regulares tenían muchos conventos en varias ciudades y pueblos de Italia. El 11 de Julio, 1295, el Papa Bonifacio VIII promulgó la Bula “Cupientes Cultum” que concedía a los terciarios Regulares el derecho de tener sus propios lugares de culto. Con ello aprobaba la vida común de los terciarios y los ministerios pastorales que ellos ofrecían al pueblo. Los miembros de la rama masculina de los Terciarios Franciscanos, que habían abrazado la forma de vida religiosa “regular,” fueron conocidos como Tercera Orden Regular (TOR) y se retrotrae hasta los tiempos de San Francisco. El Papa Juan XXII dio la aprobación papal a este movimiento con la bula “Altissimo in divinis,” con fecha del 18 de Noviembre, 1323, en la cual alaba la vida fraterna, vivida por una pequeña comunidad de terciarios franciscanos que vivían cerca de Spoleto y declaraba que esta forma de vida estaba de acuerdo con las intenciones de San Francisco y los dictados de la bula “Supra Montem.”
Centralización y Organización
Mediante la bula “Pastoralis officii” el Papa Nicolás V aprobó el 20 de Julio, 1447, la unión de un grupo de fraternidades masculinas de Terciarios Franciscanos y la estableció como una Orden independiente, bajo un Ministro General y su Consejo. La Orden continuó su crecimiento en Italia y rápidamente alcanzó el número de 15 Provincias con un total de 256 conventos y cerca de 2000 frailes. La expansión italiana de la Tercera Orden Regular ha existido sin interrupción desde los tiempos de San Francisco de Asís hasta nuestros días. Diversas naciones en Europa experimentaron un desarrollo similar de la vida de la TOR. Por desgracia, debido a diversas guerras civiles y supresiones religiosas, a través de los años, muchas de estas fraternidades desparecieron. Otras provincias italianas se han unido en una entidad única, como la expresión moderna de la Tercera Orden Regular de San Francisco. En la actualidad la Tercera Orden Regular está presente e 17 países: Italia, Croacia, España, Francia, Alemania, Austria, USA, India, Sri Lanka, Sudáfrica, Brasil, Paraguay, México, Perú, Suecia, Bangladesh y las Filipinas.
Pastoralis officii
En el Mundo Hoy
El Papa Inocencio X, en su intento de reformar la vida religiosa, cerró todos los conventos y monasterios con menos de seis miembros. Muchas de las fraternidades de la TOR se cerraron, pues durante este tiempo eran predominantemente eremíticas, pequeñas y pobres. Este fue un duro golpe para la Orden que, predominantemente, era eremítica por naturaleza. Se debe añadir a esto las continuas dificultades y divisiones dentro de la Familia Franciscana y las repetidas supresiones civiles que llovieron sobre la ya sustancialmente debilitada Orden. A pesar de todo, en medio de estas dificultades, la Orden ha sido bendecida por el Señor y, no sólo ha sobrevivido, sino que ha crecido y se ha extendido en los últimos 110 años. Hoy la Orden cuenta con más de 208 Conventos en todo el mundo y más de 800 frailes. A pesar de esta larga e interesante historia algunos aun preguntan: “¿Pero quién fundó la Tercera Orden y cuándo?” Junto con los otros miembros de la Familia Franciscana podemos responder con orgullo: “La Orden fue fundada por el mismo San Francisco de Asís, poco después de recibir permiso del Papa Inocencio II de vivir en penitencia y de predicar.”
Actividad Apostólica
Los apostolados llevados a cabo en la Tercera Orden Regular son muchos: la cura pastoral en las parroquias, obras de misericordia para los necesitados, escuelas para los jóvenes, enseñanza y predicación y labor misionera. Pero el objetivo principal es el de vivir el don de la vida consagrada como una continua ofrenda sobre el altar del mundo para la gloria de Dios y la salvación de nuestros hermanos y hermanas. La espiritualidad tradicional de la Tercera Orden Regular deriva del movimiento penitencial Franciscano y puede sintetizarse en la siguiente definición teórico-práctica: Los miembros de esta Orden deben abrazar una vida de constante conversión al Dios viviente y realizar obras de misericordia, según las necesidades de la Iglesia y del pueblo de Dios. Por esta razón, el nombre de “penitentia” (penitencia) se añade con frecuencia al nombre de la Orden.