Fundador

San Francisco de Asís

1182-1226

Francisco (cuyo nombre de bautismo era Juan) nació en 1182, probablemente el 24 junio, de Pedro de Bernardone y de Juana “Pica”, ambos de Asís, entregados al negocio de telas.

El joven Francisco hizo propias las aspiraciones de los mercaderes que querían emanciparse socialmente. Siendo de familia acomodada, él llegó a ser protagonista de las fiestas de sus contemporáneos.

Puesto que su ambición tenía por objeto conseguir la gloria militar y mayor riqueza, en 1202 tomó parte, como caballero, en la guerra de Asís contra Perusa. Pero, los habitantes de Asís fueron derrotados y Francisco estuvo en la cárcel durante un largo año. ¡La decepción fue inmensa! Al hambre se le sumó el frío de las cárceles perusinas. Su salud se resintió de manera grave.

Redimido por su padre, Francisco volvió a casa, profundamente humillado delante de sus conciudadanos. Todos sus sueños juveniles y sus proyectos terrenos se hicieron añicos.

Pero pronto se le volvieron a presentar con insistencia las viejas ambiciones de gloria y de riqueza. El momento propicio fue durante la primavera del año 1205. En Espoleto se reclutaban caballeros para nuevas expediciones militares. Francisco acudió allí para realizar sus aspiraciones naufragadas. Pero todo acabó en una nueva amarga decepción. ¿Qué hacer? El joven caballero se ve desorientado.

Pero entre bastidores iba actuando un director invisible y paciente, que es el Señor, capaz de dar sorpresas. Él entró delicadamente en la vida del joven Francisco, en busca de luz, haciéndole entrever proyectos nuevos y atrayentes.

Otoño del año 1205: la experiencia con los pobres en Roma; el abrazo del leproso cerca de Rivotorto y la inspiración delante del Crucifijo de San Damián son etapas psicológicas y espirituales que anuncian un cambio radical.

La familia no logró entender la conducta de Francisco. El conflicto se presentaba inevitable, porque el joven tenía que elegir entre el padre terreno y el Padre de los cielos. A finales de marzo del 1206, delante del obispo Guido I, él renunció a todos los bienes y a los planes de su familia.

Se alejó de Asís y se retiró a Gubbio, donde sirvió a los leprosos (1206-1207). Volvió a Asís y restauró tres pequeñas iglesias (1207-1208).

El camino de conversión, atormentado y tenaz, se concluyó en la primavera del 1208, el 16 de abril, cuando la luz del Evangelio le indicó con claridad el proyecto de Dios sobre su vida y sus seguidores, sobre sus misión en la iglesia y en la sociedad.

Francisco y sus compañeros se inspiraron en la comunidad apostólica, la de Jesús con los apóstoles. Los pobres y los leprosos eran sus privilegiados. Todas las criaturas, portadoras de perfecciones del Creador, eran sus hermanos y hermanas en el mismo Padre.

Al principio del mes de mayo del 1209, el Papa Innocenzo III aprobó el proyecto de apostolado que Francisco había hecho escribir «con pocas y sencillas palabras» llegando directamente al Evangelio. Autorizados a predicar la penitencia y la paz, los “Penitentes de Asís” partieron «dirigiéndose hacia la evangelización del mundo» (Tre C., 53: FF 1462).

Su fuerte testimonio de vida y la predicación itinerante atrajeron a numerosos fieles, dispuestos a mejorar sus conducta cristiana. Así tomó vida el «movimiento penitencial franciscano», que favoreció el renacimiento religioso del pueblo y llegó a ser la matriz de las tres Órdenes franciscanas: Los Frailes Menores (Conventuales, Observantes y Capuchinos); la Tercera Orden, para hombres y mujeres, y las monjas Clarisas, para las mujeres consagradas (Santa Clara de Asís, 1195-1253).

La Tercera Orden Franciscana (TOF) se fue desarrollándose en dos direcciones paralelas: la Tercera Orden Secular (TOS), que desde 1978 se viene llamando también Orden Franciscana Seglar (OFS) y la Tercera Orden Regular (TOR), para los frailes y religiosas (cada cual con su propia sigla).

En 1219 Francisco fue a Tierra Santa y se encontró con el Sultán de Egipto, al que exhortó a la conversión. En el mes de mayo de 1220 Francisco regresó rápidamente a Italia. Se dio cuenta de que se había producido un profundo cambio de mentalidad y de fuertes divergencias entre los frailes. En el capítulo general, el 29 septiembre, Francisco dejó la dirección de la Orden. ¡No se siente a la altura de las circunstancias! Se quedó únicamente como animador emérito, símbolo del carisma fundacional, que, en aquellos momentos se sentía apretado por los lazos de la institución. Por su parte , él prosiguió en su camino de evangelización con fe y humildad.

En el mes de agosto de 1224, Francisco se retiró al monte de la Verna para la cuaresma en honor de S. Miguel arcángel, viviendo en oración, en ayuno y en contemplación. Allí, probablemente el 14 septiembre, recibió las llagas de Cristo crucificado, “con clavos en altorrelieve”, como escribió S. Buenaventura (LM 13,3: FF 1226). En Asís, en 1225, dictó el “Cántico de las criaturas”.

La noche del 3 octubre 1226 Francisco murió cerca de la Porciúncula, deshecho por las enfermedades y consumido por el amor. Él tenía 44 años y 3 meses; habían pasado 20 años y 6 meses desde su conversión (finales de marzo 1206). La Hermana muerte corporal lo introdujo en la gloria. «Él había llenado la tierra del Evangelio de Cristo», escribió el biógrafo (1Cel 97: 488).

Francisco fue canonizado en Asís (en la Iglesia de S. Giorgio) por Gregorio IX el 16 julio de 1228. El día siguiente el papa puso la primera piedra para la grandiosa basílica.

San Francisco de Asís se nos presenta como un hombre privilegiado por la misericordia de Dios y al mismo tiempo fuertemente anclado en la realidad existencial.

Su testimonio evangélico ha sido siempre actual y consigue simpatía universal. Su figura carismática es un mensaje y un proyecto. Se respira aire de primavera alrededor del Pobrecillo de Asís, hombre nuevo llamado por el Señor para exponer a los pueblos la vía de Cristo. Gracias a él y a los numerosos seguidores de la Familia franciscana el Evangelio es una fuerza viva y nueva para la sociedad humana, muy necesitada de amor y paz.